lunes, 22 de octubre de 2007

Experiencia Sibarita I

Estas semanas han pasado rápido! mañana tenemos el primer exámen escrito de nuestras clases de cocina y va a ser sobre especias... espero no amanecer con la naríz tapada!

La semana pasada fuimos un grupo del ICC a comer a Mokambo... creo que criticamos hasta las pestañas del mesonero! A mi en particular, me gustó bastante, pasamos un rato súper ameno, la decoración del local me encantó al igual que el fondo musical (aunque un poco más de lo mismo, pero estuvo bien), la atención estuvo buena, los precios al alcance (gastamos aproximadamente Bs.F 55 por persona), las raciones muy buenas (nada de "minimalismo", eso me gustó), la comida.... mmm... aqui respiro profundo y pienso a mis adentros si hacer o no el comentario... pero sí, hay que hacerlo... la comida estuvo muy buena la verdad, a excepción de una de las entradas, el tartar de mero (o pargo? no recuerdo bien) que nos dejó un desagradable recuerdo ya que el pescado no estaba fresco, sólo por el olor se notaba que el pescado estaba pasado y claro, el sabor y el olor se notaban mucho más porque como era tartar, estaba crudo.

Cometimos el error de ser parte del 96% de los comensales que no reclaman... OJO! pero particularmente, no voy a ser parte del 90% que jamás regresarán (mucho menos ser la responsable de que al menos 1070 personas tengan mala referencia del restaurante!)... No, eso no! Todo lo contrario, les recomiendo ampliamente que vayan y que pidan los tortelloni de espinaca rellenos de tomates secos, salteados con oliva, rúgula, calamares, cebollitas confitadas en aceite de azafrán y unos chipirones en dos cocciones... definitivamente EXCELENTE! El juego de texturas de este plato esta muy bien logrado.


El plato de Jessy creo que fue el más sabroso, tenía un gusto bien logrado (papardelle con pollo y una salsa en base a soya, creo), altamente recomendado:



El risotto de Sofi (no recuerdo pero creo que tenia mariscos y salsa de naranja), creo que todos acordamos en que el arroz estaba un poco duro, sin embargo estuvo bueno también:



El plato de Isa creo que estuvo muy soso, sabores muy simples, y las caraotas blancas (o garbanzos?) estaban duros, sin embargo para los que busquen algo light, este plato se recomienda:


No alcance a tomarle foto a los linguinis negros de Juan P. pero estuvieron muy ricos también.

El domingo fui con mi papá a Antigua, ubicado a 50mts de Mokambo. La atención es mucho más personalizada que en Mokambo, el local es mucho más grande, decorado con objetos antiguos, el local estaba full por ser domingo, supongo. La sala principal, bastante ruidosa, no se distinguía muy bien el fondo musical... nos ubicaron en la terraza y de verdad les recomiendo la terraza, se pasa un rato muy agradable. La carta ofrece pastas y pizzas, precios al alcance (un poquito más costoso que Mokambo, raciones más pequeñas). Pedí unos tortelloni de alcachofa, con ratatouille, espárragos y jojoticos bebés, con crema de parmesano. Estuvo bueno, tipo normal, nada del otro mundo. La panacotta con chocolate estuvo mundial... tienen una amplia variedad de postres.

Hace dos semanas fui con mi novio a Come a Casa, ubicado en la 1ra av. con 1ra transversal de Los Palos Grandes... totalmente recomendable! el lugar muy bien ambientado, la carta te sorprende con la variedad de pastas que ofrecen, la propia trattoria siciliana, los precios de los platos oscilan entre Bs.F 15 y Bs.F 40 y raciones abundantes. Ideal para ir con bastante hambre. La carta ofrece por lo menos 10 postres distintos, que de solo leer la descripción te los quieres comer todos. No los probé pero quedé pendiente de probar los raviolis de cacao con salsa de nutella o los cannoli. Un sitio al que volvería una y otra vez hasta probar todas las opciones de la carta. Tienen también una amplia variedad en cafés.

Hace como 4 semanas fui con mi familia a La Huerta, ubicado en la av. Fco. Solano en Sabana Grande. Hay que ver como le gusta al venezolano este formato de restaurantes, una especie de taberna española, con cantante en vivo, jamones y ajos colgando, una carta con los típicos asopados de mariscos, paellas y pescados. Formato clásico, precios elevados, lugar para ir con amigos o familiares y tripearse al cantante o a los comensales que se adueñan del micrófono y deleitan (¿?) con sus cantos (a veces puede ser más bien una tortura). Lo interesante de este lugar es que habilitaron una bodega de vinos, tienen una extensa variedad, el sitio está muy bien ambientado, por supuesto hay que ir con abrigo ya que la temperatura es baja, cuentan con dos sommeliers. Ahí mismo tienen un espacio con mesas donde sirven degustaciones típicas y la cuestión funciona más o menos así, se reserva y se paga algo así como Bs.F 300 que incluye algunas tapas.





Esta semana es el SIG, ya tenemos las entradas en la mano (por cierto ayer me calé 1 hora de cola para comprar la entrada de Soda Stereo... pero ya la tengo en mis manos! soy feliz!). El miércoles tenemos una cata en Bodegas Pomar y vamos a llevar unas tapas que aún no terminamos de concretar, sin embargo la idea principal ya la tenemos. Luego postearé experiencia y fotos.

Y por supuesto seguiré posteando mi experiencia por los distintos restaurantes de Caracas... siempre que mi bolsillo me lo permita por supuesto!


Hoy me despido con una de las canciones que más me gusta de Soda Stereo (ya les había dicho que tengo la entrada en mis manos?), en realidad una de mis canciones preferidas de todo el rock en español, disfrutenla...........


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GiGi

martes, 9 de octubre de 2007

Más leña al fuego


A propósito de la visita que nos ha de hacer el célebre Cocinero Santi Santamaría, con motivo del VI Salón Internacional de Gastronomía, me gustaría compartir con ustedes un artículo publicado en El Nacional (el día domingo 30 de septiembre del presente año) escrito por Fernando Savater, el cual está causando revuelo y sigue siendo más leña para el ya existente fuego (mediático a mi parecer).

A modo de seguir "revolviendo el caldo" vale la pena, si no tomar posiciones (mucho menos radicales), al menos enterarnos de la confrontación, achacable en gran medida a los medios, que existe entre la cocina "tradicional" que defiende Santi Santamaría y la de vanguardia (molecular para muchos) de Ferrán Adrià, cuya participación al pasado Documenta 12 de este año causó irritación en muchos de los artistas participantes y por su puesto en la crítica especializada.

Que la cocina sea una moda, un arte ó artesanía, creo que eso lo decide el comensal, el público en general... sin embargo, me pregunto, ¿dónde queda lo de "la cocina no es un arte, es un oficio"?

Vale la pena leer también las posiciones encontradas de Freddy Castillo en sus Duelos y Quebrantos donde afirma que "el chef de utilería está triste", y de el gourmet de provincias quién por su lado hace una reflexión sobre el placer gastronómico, concluyendo que "el placer gastronómico va mucho más allá de la mera alimentación".

A continuación copio textual el artículo de Savater:


El Nacional, domingo 30 de Septiembre de 2007
Siete Días

EL ARTE DIGESTIVO

Fernando Savater

A comienzos del presente año, en una asamblea gastronómica llamada Madrid Fusión, el reputado y conocido cocinero Santi Santamaría (que ejerce sus habilidades en el famoso restaurante barcelonés Can Fabes) hizo unas declaraciones que desperataron a la vez polémica y entusiasmo en los presentes. Rodeado de expertos gastronómicos que hablan de postres y sopas con terminología de punta, afirmó sin despeinarse: “La verdad de la cocina es cocinar, cocinar y cocinar. No creo en la cocina científica ni en la intelectualización del hecho culinario. No me importa saber lo que le ocurre a un huevo cuando lo frío, sólo quiero que esté bueno”.

Y después, con desparpajo aparentemente suicida, concluyó: “Somos una pandilla de farsantes que trabajamos por dinero para dar de comer a los ricos y a los snobs”. Los farsantes, los ricos y los snobs que asistían a la sesión le aplaudieron puestos en pie; dentro del corazón de cada uno de nosotros se esconde alguien travieso que sueña con verse públicamente desenmascarado… aunque sólo sea por un minuto.

Hace mucho que me fascina la piadosa seriedad con que personas intelectualmente respetables expresan su devoción por las manifestaciones más sofisticadas y más sofísticas de la alta cocina. Por lo general son gente escéptica en cuestiones religiosas o políticas, incluso algunos gustan de exhibir un airecillo cínico ante la turbiedad cotidiana de la vida. Sin embargo, en materia de espumas cárnicas, tortillas reconstruidas y aromas sintetizados por ordenador muestran una credulidad –por no decir unas tragaderas- verdaderamente asombrosas.

Está visto que todos necesitamos vivir hechizados por algo y ellos (los snobs) entran en una especie de trance en cuanto cruzan el umbral de uno de esos palacios de la moda sofrita cuyo lema acuñó hace años el viejo y famoso cocinero Paul Bocuse: “Nada en el plato, todo en la cuenta”. Respetemos esta variante de la fe, porque es evidente que forma parte de la libertad religiosa de que disfrutamos.

Pero como todo esnobismo y cursilería tiende indefectiblemente a acuñar su estética, he aquí la cocina convertida en arte. Por supuesto, en un sentido amplio de la palabra es cierto que hay “artistas” de los fogones, es decir, gente que los maneja con especial maña y habilidad, que se documenta a fondo sobre materias primas y condimentos o que tiene particular inventiva para combinar los sabores.

No es poco y merecen todo nuestro aprecio. Pero su pericia pertenece al honesto mundo de la artesanía, no al de la creación artística propiamente dicha como la conocemos, cuyo objetivo no es la satisfacción de los sentidos sino despertar sentimientos y promover inéditos significados.

El más alto efecto de un plato de comida es saciar gratamente el hambre del comensal; y a los de apetito estragado (por ricos, por snobs…) facilitarles un retortijón distinto del acostumbrado en el paladar. El arte verdadero de la cocina empieza precisamente después. Si el tubo digestivo fuera la galería adecuada para un nuevo tipo de exposiciones, habría que reconocer como obra de arte no sólo lo que en él entra sino también lo que sale… (por cierto, ya hubo un avanzado que vendió enlatada “mierda de artista”).

De modo que la entronización de Ferrán Adriá en la feria de arte de Kassel no añade nada a su “genialidad” pero en cambio revela la memez de los prebostes de la decadencia artística que vive el mundo en la actualidad.

Sobre el llamado “arte regional” afirmó Gustav Meyrink: “De él está ausente lo artístico y lo regional está falsificado”. Del arte culinario me temo que puede decirse más o menos lo mismo.

Quizá por eso el sabio gastrónomo Jean-Francois Revel opinaba que el popular y ultraclásico “Chez Allard” es el mejor restaurante de París y cuando venía a España, mientras a su alrededor los aficionados se apasionaban por decocciones, raros crujientes y espumas reconstruidas, él se atrincheraba tras un plato de jamón pata negra y una botella de manzanilla de Sanlúcar.

viernes, 5 de octubre de 2007

SIG 2007: primeras impresiones

Este año se celebrará por sexta vez, el Salón Internacional de Gastronomía del 25 al 28 de Octubre en los espacios del CIEC en la UNIMET. Las entradas ya están en pre-venta vía on-line desde la página www.sigcaracas.com.... hasta aquí todo parecería en orden... pero lamentablemente no es así....

El día miércoles luego de enterarme que ya las entradas estaban a la venta, corrí a mi casa a comprarlas. Accedí al link que lleva directo a la sección de compras, y aquí sólo hay una opción "Entrada a un día del SIG - Preventa Bs. 50.000", la marqué y le dí a "continuar", esperando que en algún momento el sistema me pregunte para cuál día quiero comprar la entrada... en vez de esto, aparece una pantalla donde supuestamente se podría cambiar el número de entradas a comprar, el tipo de producto ó finalizar la compra. En realidad sólo se puede finalizar la compra... porque intenté cambiar el número de entradas seis veces y el sistema no me reconocía el cambio! bueno decidí seguir con la compra de 1 sola entrada a ver si al menos tenía éxito... antes de finalizar la compra, hice click donde dice "Continuar la selección de productos" a ver si finalmente ahí podía elegir el día y las charlas a las que quería asistir, ya que según me informaron había que reservar la asistencia "al momento de comprar la entrada"... pero tampoco tuve éxito, el sistema me volvía a llevar a la primera pantalla...

Un poco insegura de lo que estaba haciendo, decidí finalizar la compra, antes de esto trate de buscar ayuda en la página, algo que me explicara el proceso de compra on-line, pero no encontré nada. El sistema me llevó a una pantalla dónde me pedían mis datos, me registré y luego me llevó a la página de Decifrado, dónde me pedían los datos de la tarjeta de crédito. Hice la compra, y me apareció una pantalla que decía que mi compra había sido exitosa y que me habían enviado un email con la información de dónde podía ir a retirar las entradas.

El email llegó y al día siguiente al salir de clases, fui con una amiga a buscar mi entrada a las oficinas de Decifrado, ubicada en el rosal. Al llegar nos atendió un joven que nos dijo que las entradas aún no estaban listas, que pasaramos más tarde ó al día siguiente a retirarlas. Le preguntamos que cómo sabiamos para qué día compramos las entradas y la verdad el joven no tenía idea... entró a que alguien le explicara y al rato salió y nos dijo que a partir del 7 de octubre se iba a habilitar el proceso de reserva de charlas, por la página, que estuvieramos pendientes.......

Ese mismo día varios compañeros me dijeron que habían intentado comprar las entradas pero no pudieron. En la tarde una amiga me pidió el favor de comprarle la entrada, seguí todos los pasos y pude comprarle su entrada, le llegó el mismo email y esta vez ella llamó. Una chica que tampoco tenía mucha información sobre el asunto le contestó y a cada rato le preguntaba a un tercero, lo que mi amiga le preguntaba a ella... en conclusión le dijeron que, las entradas se podían pasar retirando a partir del día 15 de octubre y ese mismo día te preguntaban a qué charlas querías ir, salvo las de catas especiales que hay que llamar a otros teléfonos para reservar desde ya.

Lo cierto de todo esto es que tenemos dos informaciones distintas emitidas por personas que no tienen mucha idea sobre el evento. Supuestamente tenemos una entrada cada una, pero en realidad no tenemos nada... porque de paso no mandan ningún número ó código de confirmación para uno retirar la entrada, espero que con la información que uno coloca al registrarse sea suficiente... de hecho aún no han procesado el cobro de las entradas de mi tarjeta, así que no estoy muy segura de haber comprado con "éxito" las benditas entradas...

No sé como habrá sido la venta de entradas en años anteriores, pero este año me parece que está algo desordenado, no hay mucha información al respecto y cuando uno llama ó va al sitio que aparece en el email, no saben dar una información clara.

Me parece que si el evento promete ser serio y con gran concurrencia, incluso a nivel internacional, deberían haber implementado un proceso de compra un poco menos engorroso, ó al menos no tan fantasma, de paso que si no tienes tarjeta de crédito, te fregaste... debes pagar el costo de no tener tarjeta, es decir, la entrada a Bs. 80.000

El lunes vuelvo a llamar a ver si me dan una tercera explicación. Ya les estaré contando, por lo pronto me quejo, me quejo y me quejo! escucho sus experiencias/comentarios...


Ginela

miércoles, 3 de octubre de 2007

Comida con Nombre y Apellido


Hablar sobre la internacionalización de la comida venezolana, exige primero hablar sobre un asunto de identidad gastronómica. Como hija de padres extranjeros me declaro hasta cierto punto ignorante en el tema; esta misma situación se repite una y otra vez en muchos de los hogares venezolanos, que no siendo ni de allá ni de acá, desconocemos mucho de la cultura gastronómica, y aquí agrego la palabra “autóctona” tal vez refiriéndome a la tradicional que no la popular, de nuestro país. Me cuenta mi papá, que recién llegado a Caracas a finales de los 70, una de las cosas que más llamó su atención era que los platos en las cartas, no tenían nombre y apellido; para alguien que viene de un país (Bolivia) donde cada día se prepara un plato distinto con su respectivo alias (fricasé, sopa de maní, saisí, timpu, chairo, y un largo etc.) resultaba curioso encontrar un menú que ofrecía un simple churrasco ó milanesa de pollo, ó bien bisteck de solomo, acompañados por los clásicos, arroz, tajada ó ensalada. Hago aquí salvedad del pabellón, del mondongo y de la hallaca, que han perdurado y hoy se posicionan como los platos insignia de la comida venezolana, junto con la arepa y la cachapa.

Y es que los venezolanos, queramos ó no somos el resultado de una exquisita fórmula de mestizaje ocurrida a raíz de la Colonización y reforzada más adelante, por la llegada en olas de europeos; como en todos los aspectos culturales, la gastronomía del venezolano se vio influenciada por estos hechos. Hablar sobre comida venezolana es mucho más que hablar de cocina mantuana, muy elaborada y exclusiva de las clases elitescas de la Caracas de antaño. Es más bien entrar en cada hogar y ver qué se está cocinando, si es que de casualidad se está haciendo. No sé si se trata de re-identificarnos ó re-descubrir nuestros sabores típicos, ó más bien buscar un común denominador; la tarea está en cada venezolano, y con mucha más carga de responsabilidad en los cocineros, embajadores gastronómicos. Se agradece cada vez más, labores como las realizadas por los chef Víctor Moreno y Sumito Estévez, en el canal de señal por cable, donde vemos a un orgulloso Víctor recorriendo la ruta del sabor en Mérida y un afanado Sumito explicando el elaborado proceso de un Asado Negro.

El pasado domingo estando en una concurrida arepera del este de la ciudad, presenciaba uno de los momentos más importantes en la vida de un venezolano; una mamá que luego de ordenar un hervido de gallina (valga acotar que eran las 10am), ofrecía bocados de arepa a su bebé de escasos meses, quien los recibía con un gusto increíble. Lo que tal vez no sabía esta joven mamá, es que, empezaba a formar una identidad en el paladar de su pequeño bebé, que más tarde reconocería con total confianza, como ya lo hacía su hermano (de tal vez unos siete años) que con voz muy clara y decidida le ordenaba al mesonero “una cachapa con queso de mano”, así mismo, con nombre y apellido, no cualquier queso, sino Queso de Mano.


Ginela Pinto